Paro en el Tec de León: la protesta se desvirtúa y crece el miedo entre los estudiantes

Paro en el Tec de León: la protesta se desvirtúa y crece el miedo entre los estudiantes

El paro estudiantil en el Instituto Tecnológico de León (TecNM Campus León) cumple una semana y, aunque nació como un movimiento pacífico para exigir justicia por la muerte de Alma Daniela Sánchez Landeros, la protesta comienza a dividir a la comunidad y a desvirtuarse por acusaciones, rumores y actos ajenos a su origen.

El movimiento estudiantil se deslindó públicamente de los hechos vandálicos ocurridos durante los últimos días en los alrededores del campus y en las marchas realizadas en el bulevar Adolfo López Mateos. Voceros aseguraron que la manifestación “sigue siendo pacífica” y que su objetivo no ha cambiado: exigir transparencia, protocolos de seguridad con perspectiva de género y la renuncia de la directora, Ma. de Lourdes Almaguer, y del subdirector Edgar Omar Ponce.


Una comunidad en tensión

Según fuentes internas del instituto, la tensión crece dentro del campus. Estudiantes consultados de manera anónima admiten temor a represalias académicas y presión por parte de autoridades y docentes. Otros expresan preocupación porque “el movimiento ya no está en manos de todos”, refiriéndose a la presencia de personas externas durante las marchas y a mensajes anónimos difundidos en redes sociales.

“Muchos ya no queremos ir al plantel ni participar en las guardias. Hay miedo de que nos tomen fotos o nos acusen. Lo que empezó como una lucha justa se está saliendo de control”, relató una alumna de Campus I.

Este ambiente de incertidumbre contrasta con el tono inicial del paro, que se distinguía por su organización y por la vigilancia pacífica de los accesos. El silencio institucional —comunicados sin claridad y falta de diálogo directo— ha contribuido a un clima de desconfianza que se amplifica en redes.


De la exigencia a la desconfianza

De acuerdo con el documento revisado por León Informa, los estudiantes mantienen su pliego petitorio con cinco puntos esenciales: cambio de dirección, auditoría de recursos, mejoras en infraestructura, protocolos de atención médica y seguridad con perspectiva de género, y garantías contra represalias.

Sin embargo, el movimiento enfrenta una guerra de versiones.
Un correo difundido desde una cuenta no institucional acusa a docentes de “incitar el desorden”, mientras que algunos alumnos denuncian intentos de infiltración de grupos ajenos al Tecnológico. Esa narrativa, según los propios estudiantes, ha servido para estigmatizar el paro y minar su legitimidad.

“Nos duele que usen el nombre de Alma para dividirnos. Lo único que pedimos es verdad y respeto”, expresaron representantes del movimiento durante una asamblea.


Lo que detonó la protesta

El paro comenzó el 23 de octubre, once días después del fallecimiento de Alma Daniela Sánchez Landeros, de 22 años, dentro del Campus I.
Aunque las autoridades reportaron el deceso como un presunto evento cardiaco, compañeras de la joven insisten en que el caso debe investigarse con perspectiva de género, al considerar que hubo falta de atención médica oportuna y deficiencias en los protocolos de emergencia.

Desde entonces, el movimiento ha insistido en revisar las condiciones estructurales del plantel: falta de mantenimiento, carencias en los laboratorios y ausencia de personal médico permanente.


Diálogo pendiente

La dirección del Tecnológico convocó a un “Diálogo Abierto” con el estudiantado, pero hasta el momento no se han concretado acuerdos.
El paro sigue activo con guardias estudiantiles y convocatorias a nuevas movilizaciones, mientras la Secretaría de Educación Pública y el Tecnológico Nacional de México mantienen silencio sobre la crisis.


Una comunidad herida

A una semana de iniciado el paro, lo que comenzó como un reclamo legítimo por justicia y mejores condiciones se ha transformado en una mezcla de duelo, desconfianza y miedo.
Las y los estudiantes piden que no se criminalice su movimiento, pero también reconocen que necesitan recuperar el control y el propósito inicial: exigir un cambio institucional sin poner en riesgo su seguridad ni su educación.

“Lo que estalló hoy no nació hoy. Es el cansancio de años y la falta de respuestas. Pero ya hay miedo; lo que queremos ahora es que nos escuchen sin violencia y sin amenazas”, expresó una alumna del movimiento.


El paro del Tec de León se mantiene, pero su rumbo está en disputa.
Entre la exigencia de justicia y la necesidad de diálogo, la comunidad estudiantil enfrenta el reto de reconstruir la confianza en una institución que, hasta ahora, sigue sin ofrecer respuestas claras ni empatía frente al dolor de sus jóvenes.

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